Según informa la Agencia de Noticias Hawzah, durante el bendito mes de Ramadán, acompáñanos diariamente con "Versículos Transformadores": una selección de aleyas del Corán acompañadas de breves interpretaciones prácticas que guían hacia la vida y la felicidad. Iluminemos los días de Ramadán con la palabra de Dios.
Por Huyyat al-Islam wal-Muslimin Hadi Hossein-Khani
En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso. En el versículo 261 de la sura Al-Baqara, el Altísimo dice:
"El ejemplo de quienes gastan sus bienes en el camino de Dios es como el de un grano que produce siete espigas, cada una con cien granos. Dios multiplica para quien Él quiere, pues Él es inmenso, omnisciente".
Este noble versículo habla directamente sobre la caridad en el camino de Dios y describe sus efectos espirituales y materiales mediante una analogía hermosa y tangible.
Un punto crucial en este versículo es que, cuando el ser humano realiza un acto de bien, siempre existe la posibilidad de que su intención no sea pura. La caridad y el yihad son particularmente susceptibles a esto, pues en ellos la persona sacrifica sus bienes o su vida. En tales casos, existe el grave riesgo de actuar por motivos egoístas, como buscar fama, ostentación o llamar la atención.
Por eso, en el Corán, cada vez que se menciona la caridad o el yihad, se añade la importante condición "fi sabilillah" (en el camino de Dios) o "ibtigha'a wajhillah" (buscando la complacencia divina). Esta aclaración indica que la condición esencial para que la caridad sea aceptada y válida es que se realice con sinceridad, únicamente por la voluntad de Dios, no por intereses mundanos.
Si se cumple esta condición, Dios describe su recompensa con una metáfora elocuente:
"Esta caridad es como un grano del que brotan siete espigas, cada una con cien granos, dando un total de setecientos". Es decir, la recompensa de una caridad sincera se multiplica por setecientos. Además, Dios afirma que puede incrementar aún más esta recompense para quien Él desee, demostrando Su generosidad infinita.
Otro detalle profundo en este versículo es que Dios no compara "los bienes donados" con el grano y las espigas, sino a los propios benefactores:
"El ejemplo de quienes gastan sus bienes en el camino de Dios es como el de un grano que crece y fructifica".
Este matiz revela que, más allá de la bendición material, la capacidad espiritual y existencial del dador crece con una caridad sincera, elevando su esencia y carácter. En otras palabras, la caridad genuina no solo trae abundancia en los bienes, sino que también expande el espíritu y la personalidad del ser humano. Claro está, estos frutos dependen de que la caridad se realice con pureza de intención, buscando únicamente el agrado divino, sin reproches ni molestias hacia quienes reciben la ayuda.
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