Agencia de Noticias Hawzah- Hablando durante la tercera sesión de un curso de ética para directivos del Seminario Jamiat Al-Zahra, celebrada en el Salón Shahid Beheshti (La paz sea con él), el ayatolá Tahriri abordó el tema de "La fe: sus dimensiones, pilares y efectos", destacando el papel central de la fe en la evolución espiritual del ser humano.
Refiriéndose a la trigésima primera sentencia de Nahj al-Balagha sobre la naturaleza y los pilares de la fe, el profesor del seminario dijo que la fe no es un concepto unidimensional, sino una realidad multidimensional con varios aspectos, cada uno de los cuales se manifiesta en el alma humana y se realiza a través de compromisos y responsabilidades específicos.
El ayatolá Tahriri subrayó la posición única de la fe en el desarrollo humano, señalando que numerosas narraciones—particularmente las que se encuentran en Usul al-Kafi—describen las etapas del crecimiento espiritual humano. Explicó que el difunto Sheij Kulayni, compilador de Usul al-Kafi, aborda primero los fundamentos epistemológicos y doctrinales antes de discutir la fe, una estructura que refleja el hecho de que la fe trasciende el mero entendimiento intelectual.
"La fe es una etapa más allá del conocimiento mental", dijo. "Debe penetrar el alma y el espíritu del ser humano para convertirse en una fuerza transformadora".
La razón como puerta de entrada a la fe
El experto en ética describió la razón como el instrumento principal para entrar en el ámbito de la fe, a través del cual se adquieren perspicacia y entendimiento. "Si las verdades doctrinales permanecen confinadas al intelecto, no se convertirán en fe", afirmó. "La fe se realiza cuando el conocimiento pasa de la mente al corazón".
Citando una narración del imán Ya'far al-Sadiq (La paz sea con él) en Usul al-Kafi, el ayatolá Tahriri señaló que la fe tiene estados, grados y rangos variables—que van desde la perfección hasta la deficiencia—y que cada facultad y miembro humano posee su propia porción de fe expresada a través de la acción.
Explicó que las acciones son tanto cuantitativas como cualitativas: las acciones externas se relacionan con los miembros, mientras que las acciones internas pertenecen al corazón. "La acción del corazón es el fundamento de la fe", dijo, añadiendo que el conocimiento en sí mismo es un acto del corazón del cual dependen todas las demás acciones.
"La fe aumenta y disminuye", continuó. "Puede ser completa o incompleta, fuerte o débil, dependiendo de la profundidad del conocimiento y la sinceridad de la acción".
Fe, conocimiento y compromiso interior
El ayatolá Tahriri señaló narraciones que describen la profunda relación entre el alma y el cuerpo, y entre el corazón y las acciones humanas. Dijo que las enseñanzas religiosas enfatizan el autoconocimiento y la autoridad existencial del alma sobre el cuerpo como fuente del comportamiento moral y práctico.
Refiriéndose a otra narración del imán Sadiq (La paz sea con él), el clérigo explicó que los amantes de la Gente de la Casa (ellos La paz sea con) se dividen en tres categorías: aquellos cuyo amor es externo pero no interno, aquellos cuyo amor es interno pero no externo, y aquellos cuyo amor es tanto interno como externo—el rango más elevado.
"Esta narración ilustra que la fe está inseparablemente ligada al conocimiento, la acción sincera del corazón, la paciencia, la satisfacción y la sumisión", dijo. "La fe no es un eslogan; es una verdad que comienza con un conocimiento monoteísta sólido y se manifiesta en la conducta moral, la resistencia en la adversidad y la responsabilidad práctica".
Rayab: una temporada para el crecimiento espiritual
Volviendo a la importancia espiritual del mes de Rayab, el ayatolá Tahriri lo describió como uno de los grandes meses divinos y un preludio de Sha'bán y el sagrado mes de Ramadán.
"Rayab es una oportunidad especial para buscar el perdón, la oración, la reflexión y volver el corazón hacia Dios", dijo, señalando que numerosas narraciones destacan las virtudes del ayuno, la súplica y el arrepentimiento durante este mes.
Se refirió a la llamada continua del ángel celestial durante Rayab como una invitación a volver a Dios, arrepentirse y fortalecer el vínculo con lo Divino.
"Alcanzar la cercanía a Dios es un viaje que no puede completarse sin beneficiarse de la quietud y las bendiciones de la noche", afirmó, instando a los creyentes a aprovechar las largas noches del mes.
El ayatolá Tahriri describió la súplica como un medio para adquirir conocimiento monoteísta y moral, añadiendo que cada forma de recuerdo tiene un efecto único, mientras que buscar el perdón sigue siendo el acto central de Rayab con profundas consecuencias espirituales.
Llamando a Rayab la "primavera del viaje espiritual", concluyó que sus largas noches ofrecen oportunidades preciosas para la auto-purificación, el fortalecimiento de la fe y la profundización de la familiaridad con la oración y el recuerdo divino.
"Esperamos que, a través de la planificación, la atención del corazón y el uso sabio de estas oportunidades, nuestra fe pase de la superficie del intelecto a las profundidades del alma, y que sus obras se hagan evidentes en nuestra conducta y carácter", expresó.
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