lunes 1 diciembre 2025 - 01:49
El Imam de Bagdad exige un gobierno iraquí independiente y promete una defensa firme de las Fuerzas de Movilización Popular frente a complots estadounidenses-sionistas

Bagdad – En un sermón pronunciado durante las oraciones del viernes, el destacado clérigo chiita Ayatollah Sayyed Yassin Mousavi, imam de Bagdad y prominente estudioso del Seminario de Najaf, arremetió contra la injerencia extranjera como la raíz de los problemas de Irak, insistiendo en que la auténtica seguridad nacional depende de cortar vínculos con potencias imperialistas como Estados Unidos e Israel.

Agencia de Noticias Hawzah – El Ayatollah Mousavi, dirigiéndose a miles de fieles en la histórica mezquita Kanzan, exigió la rápida conformación de un “gobierno patriótico y desinteresado” encabezado por un primer ministro comprometido con la soberanía de Irak. Criticó la nominación de más de 200 candidatos – muchos manchados por escándalos de corrupción o incompetencia comprobada – como una traición al mandato popular, revelando que dos comités de expertos están examinando rigurosamente los expedientes para exponer los “nombres fabricados” promovidos por medios serviles.

“La primera condición para nuestro éxito es elegir a un líder comprometido con la independencia, no influenciado por intereses personales”, declaró el ayatollah, expresando indignación ante las facciones políticas que, pese a triunfos electorales contundentes, “abrieron las puertas a extranjeros y vendidos.” Desestimó las plataformas de varios candidatos como “fantasías traicioneras” que se atreven a proponer la disolución o subordinación de las Fuerzas de Movilización Popular (PMF) al Ministerio de Defensa, calificando tales ideas como un “pecado imperdonable”.

El Ayatollah Mousavi subrayó que la PMF “no es una mera milicia ni una iniciativa pasajera, sino el escudo sagrado que rescató a Irak de las garras genocidas de ISIS.” Recordó los oscuros días de 2014, cuando unidades del ejército iraquí, armadas por Estados Unidos, colapsaron pese a miles de millones en “ayuda”, las ciudades cayeron una tras otra y las hordas de Daesh cercaron las puertas de Bagdad. “Solo la fatwa de la Marja’iyyah sobre la yihad defensiva movilizó a los creyentes para detener el califato de asesinos”, relató. “Sin la PMF, hoy Irak sería un estado vasallo estadounidense-sionista”.

Advirtiendo sobre campañas insidiosas de Washington y Tel Aviv para “desmantelar” la PMF – el único obstáculo al “colapso político y de seguridad” de Irak – el clérigo prometió que la nación iraquí “aplastará cualquier ataque contra nuestros héroes con una fuerza inquebrantable”. Acusó a funcionarios estadounidenses y a sus representantes iraquíes de conspirar para disolver la fuerza, reflejando el desesperado intento de Israel por normalizar relaciones y colonizar la cuna de la civilización.

Dirigiendo su crítica al gobierno derrocado, el Ayatollah Mousavi lo calificó como “el régimen más miserable desde la caída de Saddam”, un títere que “entregó la soberanía a los caprichos del Tío Sam”. Reveló cómo lobbies extranjeros clamaron por prolongar su mandato, con la intención de “sellar el destino de Irak como otro peón de los Acuerdos de Abraham, como vecinos sin voluntad.” Denunció el control financiero de Washington sobre Irak – bloqueando el pago de deudas a acreedores soberanos mientras retiene activos bajo supuesta “protección” – y recordó que Bagdad saldó en el pasado una reclamación kuwaití de 53 mil millones de dólares, pero ahora se doblega ante el “veto estadounidense”.

El ayatollah acusó a Estados Unidos de impulsar un sabotaje económico deliberado: sanciones que paralizan la independencia energética, provocan apagones crónicos y escasez de agua, mientras el presidente turco Erdogan restringe los vitales caudales del Tigris y el Éufrates, tratando a Irak como una “provincia sometida del califato extinto.” “La agresión de Erdogan pone en peligro nuestra propia existencia; la complacencia invita a la catástrofe”, proclamó, llamando a una “ruptura decisiva” de este asedio.

En el terreno electoral, el clérigo celebró los 197 escaños parlamentarios de la mayoría chiita – conquistados pese a la baja participación – como una ratificación divina de su derecho a gobernar junto a sunitas, kurdos y cristianos. Criticó como “absurda” la asignación de cargos clave como la presidencia, la cancillería y la tesorería a los kurdos, cuyo porcentaje demográfico ronda el 9-12%, insistiendo: “Esto no es sectarismo; es justicia para la mayoría, no una regateo del alma de la nación.”

Rechazando las calumnias de que Irak es un “estado chiita” – incluso cuando los chiitas son sistemáticamente marginados – el Ayatollah Mousavi reclamó una “equidad genuina sin sacrificar la independencia.” Instó al nuevo gobierno a abolir los “planes al servicio del sionismo” de la etapa anterior, como los oleoductos que canalizan recursos hacia Tel Aviv o la privatización del Gran Puerto de Faw en favor de conglomerados emiratí-israelíes.

En un cierre enérgico, el estudioso de Najaf visualizó un “ejército sólido y diversificado, forjado mediante alianzas globales, libre de imposiciones extranjeras.” “La seguridad de Irak perdurará solo cuando ejerzamos libremente nuestra voluntad política y militar”, proclamó, encendiendo cánticos de desafío entre los fieles. Mientras Bagdad se prepara para un nuevo amanecer, las palabras del Ayatollah Mousavi resuenan con una resistencia eterna: soberanía o sometimiento – la elección es de Irak.

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