Según informa la Agencia de Noticias Hawzah, el Mensajero de Dios, Muhammad al-Mustafá (la paz y las bendiciones de Dios sean con él y su familia), insistía de manera especial en el cumplimiento de los derechos de la gente. De los hadices transmitidos se pueden deducir numerosos derechos, entre ellos:
- Desea para los demás lo que deseas para ti mismo.
- Abstente de molestarlos con palabras o acciones.
- Evita la arrogancia hacia ellos.
- No practiques la calumnia ni escuches las habladurías de los calumniadores.
- No interrumpas la relación por más de tres días.
- Hazles el bien en la medida de tus posibilidades.
- Sé afable, paciente y cordial con todos.
- Cumple los pactos y compromisos con ellos y no les seas infiel.
- Respeta a todos conforme a su dignidad y rango, especialmente a los ancianos y notables.
- Sé sincero y benevolente con ellos.
- Intercede para reconciliar a los que se han enemistado.
- Cubre y disimula los defectos y faltas de la gente.
- Esfuérzate en atender sus necesidades dentro de tus posibilidades.
- Salúdales con cortesía.
- Compárteles tu compañía, incluso con los más necesitados.
- Interésate por su situación, acompáñalos en sus reuniones y participa en sus ceremonias.
- Comparte tus bienes con ellos en la medida posible.
- Visítalos en su enfermedad.
- Acompáñalos en sus funerales.
- Recuerda sus virtudes tras su muerte.
En las tradiciones islámicas, además de los derechos de los padres y parientes, se ha puesto un énfasis especial en los derechos de ciertos grupos sociales: vecinos, amigos, invitados y subordinados. En particular, las recomendaciones sobre los derechos del vecino son abundantes. El Profeta (PBD) dijo: «Los mejores amigos de Dios son los que mejor se comportan con sus amigos, y los mejores vecinos de Dios son los que mejor tratan a sus vecinos».
Se narra que ‘Abd Allah ibn ‘Amr sacrificó una oveja para Muyahid y, tras hacerlo, le preguntó dos veces: «¿Has enviado parte de esta carne a nuestro vecino judío?». Luego explicó: «He escuchado al Mensajero de Dios (PBD) decir que Gabriel me insistía tanto en el cuidado de los derechos del vecino que llegué a pensar que lo incluiría entre los herederos». Este mismo relato lo transmitió ‘Aisha y, más tarde, el Imam ‘Alí (P) en vísperas de su martirio.
Los derechos del vecino
En otro pasaje, el Profeta (PBD) equiparó la santidad del vecino a la de la madre. Un hombre de los ansar acudió a él diciendo: «He comprado una casa, pero mi vecino más próximo es alguien de quien no espero bien alguno y de cuyo mal no estoy a salvo». El Profeta (PBD) ordenó al Imam ‘Alí (P), a Salman y a Abu Dhar que proclamaran en voz alta: «Quien no mantenga a su vecino a salvo de su mal, carece de fe». Ellos lo anunciaron tres veces. Después, el Profeta señaló con la mano a cuarenta casas alrededor —delante, detrás, a la derecha y a la izquierda— considerándolas vecindad. También dijo: «Quien dañe a su vecino, Dios le prohibirá el olor del Paraíso y su morada será el Fuego, ¡qué pésimo destino! Y quien niegue el derecho de su vecino no pertenece a nosotros. Gabriel me recomendaba tanto sobre los vecinos que pensé que serían contados como herederos».
Algunas tradiciones incluso mencionan los deberes respecto al alimento y vestido del vecino: «Quien duerma saciado mientras su vecino pasa hambre, no ha creído en mí». En otra ocasión, uno de los compañeros del Profeta (PBD) llegó tarde a una cita con él. Cuando le preguntaron la razón, respondió: «No tenía ropa para salir». El Profeta (PBD) le dijo: «¿No tenías un vecino con dos vestidos que pudiera prestarte uno?». El hombre contestó: «Sí, lo tengo». Entonces el Profeta le replicó: «Si no te prestó su ropa, no puede ser considerado tu hermano».
El Mensajero de Dios (PBD) enumeró así los derechos del vecino:
- Si te pide ayuda, ayúdalo.
- Si solicita un préstamo, concédeselo.
- Si lo ves en necesidad, no lo abandones.
- Si recibe un bien, felicítalo.
- Si enferma, visítalo.
- Si sufre una desgracia, acompáñalo y consuélalo.
- Si muere, participa en su funeral.
- No construyas tu casa tan alta que le impida el aire, salvo con su consentimiento.
- Si compras fruta, compártela con él; si no lo haces, entra en tu casa discretamente para que no se sienta afectado.
- No permitas que tu hijo exhiba la fruta delante de los hijos del vecino, causando su tristeza.
- No lo molestes con el olor de tu comida…
Fuentes:
Sitio oficial khamenei.ir
Mafatih al-Hayat, Ayatolá Yawadi Amolí
Sunán al-Nabí, Allameh Tabatabaí
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