Según informa la Agencia de Noticias Hawzah, en el marco de la explicación del “Mensaje de Su Eminencia el Ayatolá al-‘Uzma Jameneí al Congreso del Centenario de la Refundación del Seminario de Qom”, el Líder Supremo de la Revolución detalla así el secreto de la "permanencia y desarrollo del seminario de Qom gracias a la firmeza del Ayatolá Haeri":
“El seminario, en sus primeros años, escapó ileso del filo levantado del cuchillo de Reza Jan, gracias a la resistencia sincera y confiada de él, quien no perdonaba ni a grandes ni a pequeños en su empeño por erradicar los signos y fundamentos de la religión. El tirano malvado fue eliminado, y el seminario, que durante años había estado bajo su máxima presión, sobrevivió y creció; de él surgió un sol como el de Ruhollah (el Imam Jomeiní).
Aquel seminario cuyos estudiantes, en un tiempo, buscaban refugio al amanecer en rincones fuera de la ciudad para proteger sus vidas y dedicarse al estudio, y regresaban de noche a las oscuras habitaciones de las escuelas religiosas, en las cuatro décadas siguientes se convirtió en un centro que enviaba las llamas de la lucha contra la dinastía maldita de Reza Jan a todo Irán, encendía los corazones apesadumbrados y desesperanzados, y atraía a los jóvenes marginados al corazón del campo de batalla.”
El clero: elemento principal en la preservación de las enseñanzas islámicas
El clero ha sido el eje de las luchas de quince años que culminaron con la victoria de la Revolución, así como en la fundación del sistema islámico sagrado, enarbolando la bandera del Islam en el mundo, y en la ferviente resistencia del pueblo iraní ante las múltiples agresiones de los enemigos. Y antes de todo ello, y a lo largo de los siglos, ha sido el factor clave en la conservación de las enseñanzas islámicas y la fe profunda y sincera del pueblo iraní en la doctrina vivificadora del Islam, así como en la expansión del pensamiento religioso en todas partes.
Manifiesto del Seminario | El papel del clero en la historia contemporánea de Irán
La presencia de clérigos comprometidos y luchadores en el corazón del combate contra el régimen títere de Estados Unidos fue lo que llevó a distintos sectores del pueblo al campo de batalla, dando forma a una lucha de carácter público y popular. En todos los grandes acontecimientos en los que el pueblo iraní ha participado unánimemente —como el Movimiento Constitucionalista y el Levantamiento del Tabaco—, la presencia de los sabios religiosos al frente de las filas ha sido el único motor de esa participación generalizada.
Los colonialistas británicos, al comprender esta verdad, consideraron la destrucción del cuerpo clerical como requisito indispensable para asegurar su permanencia colonial en Irán. Así, mediante su agente títere, Reza Jan, desde el año 1934 en adelante, comenzaron a ejecutar un plan para erradicar al clero.
En aquellos años, se cometieron atrocidades contra eminentes sabios religiosos y contra los seminarios, que no tenían precedentes en la historia de Irán. Lamentablemente, el relato completo de estas atrocidades y de la resistencia oprimida de los sabios y estudiantes en los últimos años del gobierno despótico de Reza Jan no ha sido compilado ni divulgado completamente al público.
Es necesario que los testimonios de testigos presenciales —que, gracias a Dios, aún son numerosos— sean recogidos con determinación por personas e instituciones responsables. La libertad de espíritu de los clérigos y sabios religiosos, y su inmunidad frente a la influencia de los poderes internos y globales, han hecho que los tiranos y gobernantes arbitrarios jamás pudieran apartar a este colectivo piadoso del camino de sus corrupciones y traiciones.
La comunidad clerical: el enemigo número uno de los colonialistas y foráneos
Si bien un grupo de clérigos vendidos y religiosos cortesanos, por codicia de las vanidades efímeras del mundo, se sentaron a la mesa de los opresores y les ofrecieron apoyo de palabra y acción, la mayoría de los sabios, clérigos, eruditos y jóvenes estudiantes se mantuvo firme en la dignidad, la piedad y la pureza, preservando la voluntad y capacidad de lucha sincera y vigorosa, y dejando arraigada en los corazones del pueblo una fe inquebrantable en el clero chiita.
Por ello, la comunidad clerical siempre ha sido blanco de las flechas envenenadas del odio y la malicia de diversos enemigos, colonialistas, foráneos y prooccidentales, y ha sido considerada como su enemigo número uno.
La campaña de propaganda hostil y planificada del gobierno Pahlaví y de las políticas dominantes en Irán durante cincuenta años contra el estamento clerical —de naturaleza totalmente colonialista— fue, durante la era de Reza Jan y la primera mitad del reinado de Mohammad Reza, una dura prueba para los sabios religiosos, prueba que la comunidad clerical, gracias a Dios, superó con honor.
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