Según informó la Agencia de Noticias Hawzah, hace 57 años, en un día como hoy, el gran ayatolá Haj Sheij Abdulkarim Zanjani (que en paz descanse) falleció en Nayaf al-Ashraf.
Debido a sus numerosos viajes a países islámicos y a sus encuentros y diálogos con ulemas y académicos, alcanzó una posición destacada. Llegó a ser conocido como el “filósofo de Oriente” y el “Avicena de su tiempo”. En las ciencias islámicas —como filosofía, jurisprudencia, principios del derecho islámico, tafsir (exégesis coránica), teología y otras disciplinas— dejó más de setenta obras escritas.
Formación, iytihad y grandeza científica
El ayatolá Zanjani nació en el seno de una familia religiosa. Realizó sus estudios iniciales y parte de la formación seminary en Zanyán —que en aquel entonces era uno de los principales centros académicos—, donde cursó jurisprudencia, principios, matemáticas, filosofía y teología. Posteriormente, completó su formación filosófica en Teherán.
Entre sus maestros en Zanyán, además de su padre —reconocido como uno de los grandes ulemas de la ciudad—, se encontraba el jeque Mulla Qurban Ali Zanjani, muy célebre en las clases avanzadas de jurisprudencia y principios, y defensor del movimiento constitucionalista islámico (mashrute-ye mashru‘a). También influyeron notablemente en su formación Aqa Mirza Ebrahim Hakimi Zanjani y Mirza Majid Zanjani, filósofos y matemáticos destacados de su época.
Cuando se trasladó a Teherán para continuar sus estudios, fue discípulo del fallecido Ashtiani. Luego, a los 23 años, viajó a Nayaf al-Ashraf, donde completó su educación superior en ciencias y conocimientos religiosos bajo la supervisión de grandes autoridades como Seyed Mohammad Kazem Yazdi, Mohammad Kazem Jorasani, el ayatolá Firuzabadi y Sheij al-Shariah Isfahani, alcanzando el grado de ijtihad. Más tarde se dedicó a la docencia y la escritura. En 1922, con apenas 37 años, ya era reconocido como una de las referencias religiosas chiíes.
Mulla Qurban Ali Zanjani, defensor del constitucionalismo islámico, ejerció gran influencia en la formación del pensamiento político de Abdulkarim Zanjani. En ese tiempo, el ayatolá Seyed Mohammad Kazem Tabatabaí Yazdi, conocido como Jatam al-Fuqaha y autor de ‘Urwat al-Wuthqá, gozaba de plena autoridad como marŷa y apoyaba políticamente el movimiento del constitucionalismo islámico en Irán. La estrecha relación de este último con Mulla Qurban Ali Zanjani, con el mártir Allama Sheij Fazlollah Nuri y con Abdulkarim Zanjani, fue determinante.
En la licencia de ijtihad, el autor de ‘Urwat al-Wuthqá lo describió como un erudito eminente, un muytahid íntegro y justo, maestro de las ciencias racionales y tradicionales. Seyed Mohammad Firuzabadi también lo consideró un sabio de gran prestigio, muytahid piadoso y líder de los juristas, entre las figuras más notables de su época.
Las grandes autoridades religiosas Seyed Mohammad Kazem Yazdi Tabatabaí y Seyed Abolhasan Isfahani remitían a sus seguidores hacia él en asuntos de precaución religiosa. Fue marŷa para fieles chiíes en Irak, Irán, Siria, Líbano, Turquía, Pakistán e India. Se afirma que la emisión de la fatua de yihad por parte del autor de ‘Urwat al-Wuthqá y el envío de su hijo al frente de batalla en la guerra de Irak contra Inglaterra se realizaron a instancias suyas.
El doctor Taha Hussein, eminente profesor de la Universidad de Al-Azhar, tras escuchar uno de sus discursos, afirmó: “Creí que Avicena había resucitado y estaba pronunciando aquel sermón”. El erudito egipcio Mohammad Farid Wajdi lo consideraba el más celoso y perspicaz defensor de la filosofía islámica. El ayatolá Seyed Musa Shobeiri Zanjani sostiene que el único que en aquel tiempo, en el seminario de Nayaf, tenía la capacidad de responder a las dudas de los intelectuales era Sheij Zanjani, junto a su amigo el ayatolá Kashif al-Ghita.
La revista Al-‘Irfan de Egipto escribió sobre él: “La grandeza del conocimiento y la agudeza intelectual del ayatolá Zanjani se convirtieron en proverbio entre la gente”. Según un sabio de Nayaf, Zanjani redactó una refutación a la teoría de la relatividad de Einstein, argumentando que dicha idea ya había sido planteada por Khwaja Nasir al-Din Tusi.
Pensamiento político y social
El ayatolá Abdulkarim Zanjani se cuenta entre los pensadores reformistas de Irán y del mundo islámico. Su objetivo era la reforma de la sociedad musulmana y del conjunto del Islam, mediante la recuperación de la identidad islámica y la puesta en valor de sus capacidades desaprovechadas. Por eso, una de sus principales preocupaciones fue analizar las causas del atraso y el deterioro de la comunidad islámica.
En un primer nivel, elaboró un diagnóstico de los problemas y desafíos del mundo islámico, para después proceder a su análisis crítico. A su juicio, las dificultades actuales de la Umma tienen tanto raíces internas como factores externos vinculados al colonialismo.
En el pensamiento del ayatolá Zanjani, en primer lugar, las élites del mundo islámico fallaron en presentar el verdadero Islam, capaz de responder a todas las necesidades humanas en todo tiempo, y se desentendieron de los asuntos vitales de la sociedad. En segundo lugar, la conducta de los musulmanes se apartó del Islam y de su espíritu genuino, orientándose hacia doctrinas ajenas a su cultura, lo que facilitó la expansión de las ideas marxistas y liberalistas sin un debido examen crítico en el ámbito islámico.
El aspecto más destacado de su análisis sobre las causas del atraso y la desorganización del mundo musulmán fue su énfasis en el colonialismo y en la cuestión palestina.
La aproximación entre escuelas islámicas y la lucha contra el sionismo global
Uno de los objetivos de la Conferencia Islámica, celebrada en Jerusalén del 7 al 17 de diciembre de 1931 (15 al 25 de Azar de 1310 H. Sh.), fue debatir sobre los modos de cooperación entre los musulmanes, la preservación de la religión islámica, la fundación de una universidad islámica en Jerusalén, la defensa de los lugares santos y la protección de las creencias islámicas frente a las insinuaciones de los incrédulos.
En esta conferencia, en la que participaron figuras destacadas como Rashid Rida, Taftazani, Najjar, Muhammad Iqbal Lahori, además de ulemas palestinos y personalidades de Saná, Jaffa, Acre, Yenín y un grupo de dirigentes sirios, en el momento de la oración cerca de cien mil musulmanes de diferentes ramas del Islam rezaron bajo la guía del ayatolá Zanjani. Este hecho extraordinario, sin precedentes desde los primeros tiempos del Islam, abrió un nuevo horizonte de convergencia y cooperación entre las distintas escuelas islámicas. El énfasis en la unidad de esta oración colectiva estaba ligado directamente a la forma y al sentido de la lucha contra el sionismo. Zanjani, al reconciliar a las dos grandes ramas del Islam —sunismo y chiismo—, señaló al sionismo como enemigo común, creando el terreno propicio para posteriores acciones conjuntas.
Asimismo, el gran ayatolá Haj Sheij Mohammad Hosein Kashif al-Ghita recorrió durante quince días diversas ciudades de Palestina, dialogó con sabios chiíes y sunníes, y con sus sermones exhortó a la población a la unidad frente a los enemigos, en especial frente al peligro del sionismo. En aquel tiempo, la cuestión de la inmigración judía a Palestina —proveniente de todo el mundo, incluso desde Irán— suscitó la protesta de las organizaciones islámicas palestinas, que elevaron un memorial al cónsul de Irán en Mosul.
En dicho documento se pedía al gobierno iraní que tomara medidas contra las injusticias y agresiones de los judíos hacia los árabes musulmanes de Palestina. Durante su estancia en Irán, Kashif al-Ghita informó a los ulemas de Qom de los dolorosos sucesos de Palestina y en un mensaje alentó a los combatientes palestinos a continuar su lucha antisionista.
En 1939 (1318 H. Sh.), el ayatolá Zanjani viajó a Egipto, Siria y Palestina. En Jerusalén pronunció un enérgico discurso contra la amenaza sionista en la mezquita de Al-Aqsa, conocido como la “Jutbat al-Nariyya” (el Sermón de Fuego). Allí advirtió:
“¡Oh musulmanes! No permitáis que el demonio impuro plante el árbol de sus crímenes en vuestra tierra, lo haga crecer y fructificar; porque cuando llegue el amargo fruto, se clavará en vuestras gargantas, y entonces vuestra lucha contra él habrá llegado demasiado tarde. ¡Oh emires árabes y musulmanes! ¿Por qué estáis dispersos? Para vuestra supervivencia no existe más recurso que la mano de la unidad y la concordia, con la que podréis defender vuestra patria y apagar la llama infernal del sionismo”.
En ese discurso llamó a los árabes y musulmanes a la unión y la solidaridad en la defensa de su tierra sagrada, subrayando que en esa unidad residía la esperanza de la victoria y la posibilidad de poner fin al peligro sionista.
Con el estallido de la guerra árabe-israelí, los grandes ulemas proclamaron el yihad. El primero en hacerlo fue el ayatolá Zanjani, quien emitió una fatua clara en favor de la guerra santa contra Israel. Su posición reflejaba su profunda preocupación por la reforma y la unidad del mundo islámico, hasta el punto de declararse dispuesto a sacrificar su propia vida en esa causa. Tras anunciar el yihad dijo:
“Si tuviera la fuerza para empuñar un arma, sería de los primeros en partir desde Irak hacia el combate contra Israel”.
El ayatolá Zanjani proponía que todos los Estados islámicos prestaran total atención a la cuestión palestina y al sionismo, que este llamado fuera difundido en escuelas, mezquitas, centros religiosos, discursos y en la prensa, para que el mundo musulmán despertara y lograra apartar de sus tierras esa gran calamidad.
Tras su Sermón de Fuego en Jerusalén, pronunció otra alocución en Tel Aviv, centro de concentración de los sionistas. Basándose en los versículos del Corán, condenó al pueblo judío y advirtió sobre su destino funesto, asegurando que también en esta etapa de la historia estarían bajo la ira divina y del mundo musulmán.
Comparó la creación de un Estado judío con la construcción de un palacio sobre el agua, destinado a no perdurar. También equiparó a los sionistas con una fiera salvaje que los colonialistas habían introducido en el jardín de Palestina, aunque, según las leyes de la naturaleza, esta fiera sería finalmente expulsada por los musulmanes valientes. Insistió en que:
“El Estado que vosotros, sionistas, pretendéis fundar, no será un Estado judío independiente, sino una institución colonial creada por los imperialistas para dominar Oriente Medio y explotar sus enormes recursos”.
Un esfuerzo incansable
Los esfuerzos de los grandes ayatolás Kashif al-Ghita y Zanjani en la lucha contra el sionismo anteceden a la creación del régimen israelí. Ambos consideraban que Jerusalén y Palestina constituían la esencia del honor y la dignidad de los musulmanes, e instaron a los dirigentes del mundo islámico y árabe a la unidad y cohesión frente a este problema. Sus exhortaciones no se limitaron a discursos y encuentros, sino que se acompañaron de decretos de yihad y de acciones prácticas concebidas como un deber religioso, lo cual evidenciaba la magnitud y urgencia de la lucha contra el sionismo.
La invitación a la unidad, la organización de congresos internacionales, la creación de una asamblea islámica y la aproximación entre escuelas religiosas fueron las soluciones propuestas para afrontar la crisis regional.
En 1935 (1354 H.), el ayatolá Abdulkarim Zanjani viajó a la India para evitar el distanciamiento de los musulmanes de ese país respecto de la comunidad islámica. En ciudades como Lucknow, Calcuta, Lahore y Bombay pronunció discursos sobre la necesidad de la unidad islámica y se reunió con grandes personalidades como Iqbal Lahori y Mohammad Ali Jinnah.
También viajó a Siria, donde intervino en universidades y en la Mezquita de los Omeyas. El 13 de Shawwal, en la oración del viernes en Damasco, llamó a la unidad de los musulmanes y presentó a los imanes chiíes como pioneros de la unidad islámica. El sabio Mohammad Ali Kurd, presidente del Consejo Científico de Damasco, besó su mano en señal de respeto, y el erudito Sayyed Mohsen Amin Ameli calificó su discurso como la continuación del célebre sermón inconcluso del Imam Sajjad (P) en la Mezquita de Damasco.
Fallecimiento
No se dispone de datos precisos sobre la muerte del ayatolá Zanjani. Las fuentes solo registran el año de su fallecimiento, sin detallar las circunstancias. De acuerdo con la información limitada, falleció debido a su avanzada edad y al debilitamiento físico.
Su cuerpo fue despedido en un funeral solemne en Nayaf al-Ashraf, con la presencia de marŷas, profesores, estudiantes, embajadores y representantes religiosos de países islámicos. Tras la oración fúnebre dirigida por el gran ayatolá Jui, fue enterrado en el mausoleo del ayatolá Seyed Mahmoud Imam-Yomeh Zanjani.
Que la paz y las bendiciones divinas reposen sobre su alma pura.
Hadi Hamidi
Fuentes:
Centro de Investigación de Historia Contemporánea
WikiShia
Ali Akbar Velayati, Irán y la cuestión palestina según los documentos del Ministerio de Asuntos Exteriores
Yousef Janmohammadi, El pensamiento político del Sheij Abdulkarim Zanjani
Mohammadreza Samak Amani, Kashif al-Ghita, el Rayo de la Cólera, pp. 101-102
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