Según informó la Agencia de Noticias Hawzah, la Subdirección de Promoción y Asuntos Culturales de los Seminarios Islámicos abordó una pregunta y respuesta sobre “La misericordia de Dios Todopoderoso en los asuntos relacionados con Sus derechos”.
Pregunta:
La oración es un derecho de Dios, y Dios es muy misericordioso. Entonces, ¿si no rezamos, Dios nos perdonará?
Respuesta:
Primero:
Si un niño enferma, su madre lo lleva al médico, y el doctor le dice: “Hay un tumor en el cuerpo de su hijo y debemos operarlo para extirparlo. Esta cirugía será dolorosa y su hijo tendrá que soportar mucho sufrimiento”.
¿Acaso la madre, por ser bondadosa, responde: “No, no permito que lo opere porque sufrirá”? ¡Al contrario! Precisamente porque lo ama, acepta que el médico lo opere.
Si ese niño no es operado, la enfermedad lo debilitará día a día hasta destruirlo.
Del mismo modo, Dios, por ser Compasivo y Misericordioso, y porque nos ama, no quiere que entremos al Paraíso con las enfermedades e impurezas derivadas del pecado.
Segundo:
Todo lo que Dios ha declarado obligatorio o prohibido es, en realidad, un medio para alejarnos de enfermedades y contaminaciones que afectan al cuerpo y al alma.
Cuando dejamos de cumplir una obligación o cometemos una prohibición, en realidad hemos dejado entrar un virus o una impureza en nosotros mismos.
Esa impureza debe desaparecer, porque quien está enfermo no puede disfrutar de los dones.
Por ejemplo, alguien que no tiene dientes no puede comer muchos alimentos. Quien está enfermo, ni siquiera puede disfrutar de una fruta dulce.
Así también, Dios —por ser Misericordioso y porque nos ama— quiere que cuando entremos en el Paraíso estemos sanos, para poder disfrutar de sus bendiciones.
Si estuviéramos enfermos, no podríamos gozar de los dones del Paraíso. Dios nos ha prometido un Paraíso sin dolor, sin dificultad y sin sufrimiento.
Si alguien enfermo entrara al Paraíso y no pudiera disfrutarlo, culparía a Dios.
Tercero:
Las enfermedades que el ser humano introduce en su alma al abandonar deberes como la oración o al cometer prohibiciones como la mentira y la palabra indecente, se curan de varias maneras:
con el arrepentimiento,
con la dificultad de la agonía,
o con los duros procesos del castigo en la tumba y en el Día de la Resurrección.
Estos son los “quirófanos” de Dios que hacen que el ser humano sea tratado. Es decir, esos castigos divinos son, en realidad, una forma de sanar nuestras enfermedades, y la duración e intensidad de ese tratamiento dependen del tipo y gravedad de la enfermedad espiritual.
Cuanto mayor sea la impureza, mayor será la intensidad y duración del tratamiento.
Dios es muy misericordioso y compasivo. Si alguien comete un pecado sin intención o por ignorancia, pero después se arrepiente y lo compensa, Dios lo perdona.
Pero si alguien, de manera consciente y deliberada, decide no rezar y afirma que no quiere hacerlo, entonces tendrá que ser purificado mediante el castigo.
Fuente: Sitio web de la Subdirección de Promoción y Asuntos Culturales de los Seminarios Islámicos
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