Las claves del éxito en el camino del desarrollo personal

Hawzah/ En el desafiante mundo actual, el autoconocimiento profundo y la comprensión de nuestros rasgos éticos pueden servir como una guía. Este texto examina los diferentes tipos de cualidades morales, la importancia de la introspección y la autoevaluación, y su papel en el camino del crecimiento y perfeccionamiento personal.

Según informa la agencia de noticias Hawzah, en el complejo mundo de hoy, conocerse a sí mismo y entender nuestras cualidades éticas puede actuar como un faro orientador. Este escrito analiza las distintas características morales, la relevancia de la meditación y el examen de conciencia, y cómo influyen en el desarrollo y la superación individual.

Primero: Los rasgos morales activos e inactivos

Los rasgos morales en el ser humano se dividen en dos categorías: activos e inactivos.

Rasgos activos: Son aquellos que, debido a condiciones favorables, se han manifestado y ahora influyen activamente en la conducta humana. Identificarlos no es tan difícil: si una persona analiza con honestidad su interior y reflexiona sobre sus acciones, puede reconocerlos. Además, la opinión de otros, especialmente de expertos, puede ser de gran ayuda.

Rasgos inactivos: Son cualidades que, debido a su debilidad, no son fácilmente perceptibles, o bien existen como potencialidades latentes. Al no contar aún con las condiciones necesarias para manifestarse, permanecen en estado oculto. Estas características, que tienen un terreno fértil para desarrollarse en el ser humano, comienzan a crecer y activarse una vez que se dan las circunstancias adecuadas.

Identificar estos rasgos antes de que se manifiesten no es sencillo, pero siguiendo ciertos principios (que abordaremos más adelante), es posible reconocerlos. Esta identificación es crucial, pues si el ser humano ignora su existencia, no podrá aprovechar adecuadamente sus potencialidades positivas ni enfrentar a tiempo sus tendencias negativas.

Mientras un rasgo permanece en estado potencial, es relativamente fácil evitar su desarrollo. Sin embargo, una vez que se activa y se convierte en un hábito arraigado, debilitarlo o eliminarlo resulta mucho más complicado. Por ello, anticiparse a las debilidades es fundamental en la construcción espiritual.

Tipos de cualidades y potencialidades

Quien decide hoy conocerse a sí mismo y emprender el camino de la purificación y mejora personal, posee un amplio conjunto de rasgos y capacidades—tanto positivos como negativos. Algunos de estos rasgos son adquiridos, es decir, obtenidos por influencia del entorno (familia, escuela, sociedad). Otros tienen un origen hereditario, desarrollándose gracias a condiciones ambientales favorables, factores educativos y la interacción con otras características. Incluso, algunas capacidades pueden ser innatas, sin necesariamente tener antecedentes en generaciones anteriores.

Identificación de rasgos heredados

Para distinguir entre rasgos heredados y adquiridos, puede ser útil estudiar a las generaciones pasadas. Al descubrir sus cualidades morales, podemos identificar tendencias que, transmitidas genéticamente, podrían manifestarse en nosotros bajo ciertas condiciones.

Sin embargo, no es posible detectar con precisión todas las características heredadas. Aun así, dado que los rasgos de generaciones previas dejan huella en el alma humana, su estudio tiene un valor educativo importante. Cabe destacar que ni la herencia de un rasgo negativo exime de responsabilidad, ni la posesión de una virtud heredada es, por sí sola, un mérito.

El criterio de recompensa ante Dios es el esfuerzo y la lucha por purificarse y alcanzar la perfección. Como dice el Sagrado Corán: "Y que el hombre no obtendrá más que el fruto de su esfuerzo" (53:39).

Elaboración de una tabla de rasgos

Mediante el estudio de la vida de familiares y allegados, podemos identificar potencialidades transmitidas por herencia—algunas ya activas, otras aún latentes—y organizarlas en una tabla. En una columna se anotan los rasgos heredados positivos, y en otra, los negativos, marcando su intensidad. Luego, se hace lo mismo con los rasgos adquiridos.

El papel de las amistades en el autoconocimiento

Además del autoanálisis y el estudio de antecedentes familiares, observar las cualidades de amigos cercanos puede revelar aspectos de nuestra propia personalidad. La amistad y la afinidad surgen de similitudes éticas y espirituales.

Por ejemplo:

Una persona seria y respetable difícilmente establecerá una amistad íntima con alguien frívolo.

Un individuo recto y benevolente no formará lazos cercanos con alguien corrupto y malintencionado.

Por lo tanto, analizar las características de nuestros círculos cercanos puede ayudarnos, de manera indirecta, a comprendernos mejor.

Autovigilancia (Murāqabah)

Tras elaborar dicha tabla, es posible revisarla diariamente para tomar conciencia de nuestro estado interior e identificar nuestras debilidades y fortalezas—sean estas evidentes o potenciales. Esta atención y conciencia constante evitan que el ser humano permanezca en la negligencia o actúe de forma inconsciente bajo la influencia de sus rasgos internos. En cambio, con discernimiento y voluntad, podrá controlar sus deseos, vigilar sus cualidades y supervisar sus acciones (murāqabah).

El éxito en el control y moderación de estos rasgos no solo depende del esfuerzo y la precisión personal, sino también del grado de fe, devoción (taqwā) y conexión con Dios. Así, cuando alguien se enfrente a una situación que pueda despertar una debilidad o desliz (gracias a su autoconocimiento previo), si se detiene un momento, reflexiona, busca refugio en Dios y pide Su ayuda, su voluntad se fortalecerá y podrá dominar sus impulsos internos:

"En verdad, cuando los piadosos son tentados por el susurro de Satanás, recapacitan y, al instante, ven con claridad" (Corán, 7:201).

La importancia de la autovigilancia

La murāqabah es una de las condiciones más esenciales en el camino espiritual hacia Dios (sulūk ilā Allāh). Sin éxito en esta etapa, no se alcanzarán logros en las siguientes. El primer paso para avanzar en una vida divina es evitar la negligencia en los deberes asignados, purificar gradualmente el alma de impurezas, y mantener una vigilancia constante sobre las acciones y estados del corazón.

Los sabios espirituales comparan la murāqabah con evitar alimentos dañinos, mientras que otras prácticas son como medicinas: si el enfermo no evita lo perjudicial, la medicina no surtirá efecto.

La murāqabah tiene distintos niveles, pero su esencia radica en recordar que Dios es el Observador Supremo y actuar con el decoro de Su presencia:

"Ciertamente, Dios siempre os vigila" (Corán, 4:1).

Nivel básico: Abstenerse de violar los mandatos divinos (cometer lo prohibido o omitir lo obligatorio).

Nivel superior: Evitar incluso lo que disgusta a Dios, rechazar lo frívolo y basar cada acto en Su complacencia. Con práctica constante y conciencia de las debilidades propias, este estado se convierte en una cualidad arraigada.

Autoexamen (Muhāsabah)

Un requisito clave para el éxito en la murāqabah es dedicar tiempo al final del día para evaluar las acciones realizadas. Este muhāsabah (autoexamen) es una herramienta poderosa para purificar el alma, fortalecer la voluntad y ha sido enfatizado en las enseñanzas islámicas. El Imam Mūsā al-Kāẓim (P) dijo:

"No es de los nuestros quien no examine su alma al menos una vez al día" (Uṣūl al-Kāfī).

Durante este examen diario:

Si se identifica una falta: Arrepentirse inmediatamente, corregirla según los principios islámicos y tomar la firme decisión de no repetirla.

Si se cumplieron los deberes: Agradecer a Dios por conceder la capacidad de obrar correctamente.

El Imam Ja‘far al-Ṣādiq (P) advirtió:

"Si el temor al Día del Juicio no fuera más que la vergüenza de presentar las acciones ante Dios y la exposición de los pecados ocultos, bastaría para que el hombre huyera a las montañas... Quien visualice con el corazón el escenario del Juicio y se vea ante el Poderoso, se someterá al autoexamen como si ya estuviera siendo interrogado".

Dios dice:

"Aunque sea el peso de un grano de mostaza, lo traeremos [a cuenta]. ¡Y Nosotros basta como auditores!" (Corán, 21:47).

Notas:

[1] Corán, 53:39.

[2] Corán, 7:200.

[3] Corán, 4:1.

[4] ‘Allāmah Ṭabāṭabā’ī, Risālat Lubāb al-Lubāb, p. 181.

[5] Uṣūl al-Kāfī.

[6] Para métodos disciplinarios tras el autoexamen (como mushāraṭah, mu‘ātabah y mujāhadah), ver referencias en Arba‘īn Ḥadīz (Hadiz 1), Al-Maḥajjah al-Bayḍā’ (8:149), Ḥaqā’iq (p. 571) de Fayḍ Kāshānī, y Kīmiyā-yi Sa‘ādat (2:484) de Al-Ghazālī.

[7] Miṣbāḥ al-Sharī‘ah.

Fuente: Akhlāq Islāmī, p. 136.

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