¿Por qué el Imam Ali (La paz sea con él) guardó silencio ante la ofensa contra Fatima (La paz sea con ella)?

Hawzah – Tras el fallecimiento del Profeta (P.B), el Imam Ali (La paz sea con él) evaluó las delicadas circunstancias políticas y sociales de la comunidad islámica. Consciente del riesgo de división, del peligro de las tribus apóstatas y de la amenaza de un ataque romano, decidió evitar un enfrentamiento directo con los usurpadores del califato. Su silencio no fue miedo, sino una decisión estratégica para preservar la esencia del Islam.

Según el informe de la Agencia de Noticias Hawzah, la paciencia del Imam Ali (La paz sea con él) frente al daño causado a Fatima al Zahra (La paz sea con ella) fue un acto de sacrificio por la protección de la religión, no una indiferencia ante la injusticia. A continuación se presenta la respuesta elaborada por Islam Quest para aclarar esta cuestión histórica.

La pregunta

Los chiíes afirman que Fatima (La paz sea con ella), la hija del Profeta (P.B), fue ofendida durante el gobierno de Abu Bakr; que se atentó contra su casa, se lesionó su costado y el hijo que llevaba en su vientre, llamado Muhsen, murió a causa de esa agresión.

Entonces surge la pregunta:

¿Dónde estaba Ali (La paz sea con él)?

¿Por qué no defendió a Fatima si era valiente y un guerrero sin igual?

Respuesta resumida

El hecho de que Fatima (La paz sea con ella) sufriera injusticia no contradice la valentía del Imam Ali (ella). Él enfrentaba dos opciones:

Levantarse en armas para recuperar sus derechos y los de Ahl al Bayt (La paz sea con ellos).

Guardar silencio estratégico y preservar el Islam desde otras dimensiones.

Como oponerse abiertamente habría provocado una guerra interna, debilitado al joven Estado islámico y facilitado ataques externos, el Imam Ali (La paz sea con él) eligió el sacrificio: proteger el Islam incluso a costa de dolor personal y familiar.

Respuesta detallada

Tras la reunión de Saqifa, algunos compañeros del Profeta (P.B) se negaron a jurar lealtad a Abu Bakr y se reunieron en la casa del Imam Ali (La paz sea con él). Abu Bakr ordenó a Omar obligarlos a prestar juramento. Diversas fuentes históricas —incluidas narraciones presentes en textos sunníes— registran los lamentables incidentes ocurridos frente a la casa de Fatima (La paz sea con ella). La esencia del suceso, por desgracia, es reconocida por numerosos historiadores.

Pero ¿por qué Ali (La paz sea con él), con toda su valentía, no actuó con la espada?

El Imam Ali (La paz sea con él) tenía dos caminos:

1. Rebelarse armado con sus verdaderos seguidores

Esto habría llevado a un conflicto interno que, en el contexto de aquel momento, hubiera destruido todo lo que el Profeta (P.B) había construido. Las tribus recién convertidas, los falsos profetas y las potencias rivales estaban al acecho.

2. Aceptar la situación con paciencia y trabajar desde dentro para proteger a la comunidad

Los líderes divinos no buscan el poder por sí mismo. Para ellos, el objetivo no es el cargo, sino la preservación de la verdad y de la guía divina.

El Imam Ali (La paz sea con él), con una visión profunda de las consecuencias, concluyó que defender sus derechos con violencia habría llevado al colapso del Islam.

Por ello, aceptó el sufrimiento personal —incluyendo la tragedia de Fatima (La paz sea con ella )— para proteger la religión y evitar la destrucción de la comunidad musulmana.

Si el Imam hubiera empuñado la espada y se hubiera enfrentado al gobierno de aquel entonces —es decir, si hubiera mostrado abiertamente su valentía y coraje— quienes se consideraban a sí mismos como califas no se habrían quedado de brazos cruzados. Como resultado, habría estallado una guerra interna entre los musulmanes y se habrían producido acontecimientos aún más dolorosos, por ejemplo:

Ali (La paz sea con él) habría perdido a muchos de los compañeros que habían permanecido fieles al pacto con el Profeta (P.B) y que lo querían sinceramente.

Se habría generado una división profunda dentro de la comunidad islámica, y un gran número de los compañeros del Profeta (P.B), que representaban una fuerza esencial frente a los enemigos del Islam, habrían sido eliminados. Esto, sumado a la ruptura de la unidad, habría debilitado gravemente a la sociedad musulmana.

Muchos de los que se habían convertido al Islam en los últimos años de vida del Profeta (P.B) apostataron después de su fallecimiento. En ese contexto tan crítico, si el Amir al Muminin (La paz sea con él) hubiera levantado la bandera de la oposición, la comunidad islámica habría caído en un peligro extremo.

No debía subestimarse el riesgo de los falsos reclamantes de profecía, como Musaylima y Sajah. Su intervención, en un ambiente de división, podía haber causado daños irreparables al Islam.

El Imperio Romano también estaba a la espera de una oportunidad para atacar el centro del mundo islámico. Si en ese momento Ali (La paz sea con él) se hubiera levantado en armas, sin duda el frente musulmán se habría debilitado y los enemigos del Islam habrían aprovechado para alcanzar sus objetivos.

Lo mencionado representa un resumen de los factores que llevaron al Imam (La paz sea con él) a preferir la paciencia antes que levantarse en contra del poder establecido. Gracias a esta sabiduría y estrategia, logró proteger a la comunidad islámica de grandes peligros. Su decisión no fue otra cosa que la defensa de la esencia del Islam, el amor por la unidad de los musulmanes y el cumplimiento del deber religioso.

El Imam (La paz sea con él ), en palabras cargadas de dolor, explicó la razón de su silencio en otro pasaje, recogido en el sermón Shiqshiqiyya del Nahy al Balagha. Allí dice:

“Estaba pensando: ¿debería alzarme solo —para recuperar mi derecho y el de la gente— o soportar esta atmósfera de opresión y oscuridad que había surgido? Una situación que desgasta al anciano, envejece al joven y aflige al creyente hasta su último aliento. Al final, vi que la paciencia era lo más razonable. Así que la adopté, aunque era como si un escombro llenara mis ojos y un hueso se atravesara en mi garganta. Veía con mis propios ojos cómo saqueaban mi herencia.”

En otra ocasión, cuando uno de los familiares del Imam Ali (La paz sea con él), en los días posteriores a Saqifa, elogiaba sus virtudes y criticaba a la gente por haberlo abandonado, él respondió:

“Que la religión permanezca a salvo, libre de divisiones, es para nosotros mejor que cualquier otra cosa.”

Estas expresiones muestran que lo que llevó al Imam Ali (La paz sea con él) a guardar silencio fue algo mucho más valioso que los tristes acontecimientos vividos: la protección del joven árbol de la comunidad islámica, por el cual estaba dispuesto a sacrificar su propia vida, la de su esposa y la de sus hijos.

La declaración más clara en la que Ali (La paz sea con él) explica la razón de su silencio aparece en el Nahy al Balagha, donde dice:

“Nada me sorprendió ni me preocupó excepto ver cómo la gente se apresuraba desde todas partes a jurar lealtad a aquel hombre. Entonces retiré mi mano, hasta que observé que algunos abandonaban su religión, alejándose del Islam, invitando a otros a destruir la fe de Muhammad (P.B). Entonces temí que si no auxiliaba al Islam y a los musulmanes, pudiera ver en él una brecha o una ruina, cuyo dolor sería para mí más grande que perder el califato, que no es más que un gobierno pasajero, tan efímero como la ilusión de un espejismo o como una nube que se dispersa antes de formarse. Así pues, me levanté en medio de aquel caos, hasta que la falsedad fue destruida y la religión recuperó su estabilidad.”

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