miércoles 8 octubre 2025 - 23:19
El papel histórico del 7 de octubre en las transformaciones mundiales

Hawzah / Hoy está claro que los combatientes de Gaza se encuentran en la primera línea de la resistencia, y que el suceso del 7 de octubre y las reacciones posteriores demostraron que esta resistencia tiene un impacto transnacional. Cualquier nación que hoy no pueda estar físicamente en el campo de batalla, tiene el deber de brindar apoyo espiritual, informativo y material a este frente principal.

Según informó la Agencia de Noticias Hawzah, el clérigo Alireza Panahian escribió con motivo del 7 de octubre, aniversario de la operación “Tormenta de Al-Aqsa”:

El acontecimiento del 7 de octubre y sus consecuencias demostraron la veracidad de los lemas y las orientaciones antisionistas de nuestra revolución. Que después de medio siglo se haya comprobado que el camino recorrido era correcto, tiene un valor inmenso.

Una nación que descubre que su rumbo histórico ha sido erróneo sufre frustración y pérdida de confianza nacional. En cambio, aquella que ve confirmadas sus elecciones y estrategias, se fortalece y avanza con mayor firmeza.

Lo ocurrido demostró que el problema de Israel no es simplemente una disputa territorial. Este régimen, con tal de dominar el mundo islámico y toda la región sensible de Asia Occidental, está dispuesto a cometer cualquier crimen. Todos los lemas de la civilización occidental sobre derechos humanos y libertad no son más que mentiras y engaños. En realidad, la insurrección del 7 de octubre liberó a muchos seres humanos justos, pero engañados por el occidentalismo, de las trampas de esas falsedades.

No debemos limitar el asunto de Israel a las fronteras o tierras palestinas. La experiencia histórica de la resistencia en la región, y en particular lo sucedido el 7 de octubre, muestran cuán vulnerable es el sistema de dominación y cómo este acontecimiento aceleró la caída del imperio de la arrogancia mundial.

Gaza no solo soporta el peso de las naciones islámicas, sino que está salvando a la comunidad internacional del yugo del imperialismo. Así como la creación del régimen usurpador de Israel fue símbolo del dominio de la civilización occidental sobre el mundo islámico, los golpes que hoy la resistencia asesta a este régimen salvaje anuncian el fin de una era de poder y el inicio de una transformación histórica y global.

Hoy está claro que los combatientes de Gaza se hallan en la vanguardia de la resistencia, y el suceso del 7 de octubre mostró su influencia más allá de las fronteras. Cada pueblo que no pueda participar físicamente debe apoyar con medios espirituales, informativos y materiales. La demostración de la vulnerabilidad de la hegemonía occidental y estadounidense equivale al fin del sistema de dominación, y los pensadores del mundo ya no ven un futuro para la arrogancia global.

En la lucha contra la opresión internacional no basta con las fuerzas musulmanas; los cristianos y otros pueblos y naciones también deben unirse a la corriente que enfrenta al sistema de dominación. Gaza ha asumido hoy este papel, atrayendo la atención del mundo hacia su firmeza y su condición de víctima. No obstante, debe recordarse que la valiente resistencia reciente de Irán frente al régimen sionista, al igual que antes fue el motor del despertar del mundo islámico, hoy complementa las acciones heroicas del pueblo de Gaza en la derrota del sistema de dominación.

La cultura y el pensamiento de la resistencia se expanden cada día más, y esto es preludio de la aceptación de muchas verdades que anuncian la formación de una nueva civilización islámica en el mundo. La conciencia generada por el 7 de octubre, junto con la resistencia de Hezbollah en el Líbano y la firmeza del pueblo de Yemen, es amplia y sorprendente; este es el primer y más importante logro del 7 de octubre. Cuanto más se prolongue esta resistencia o más sufrimiento soporte, mayores serán sus efectos globales.

Si el mundo occidental creyera realmente en la legitimidad de su pensamiento civilizatorio, debería haber detenido con firmeza la barbarie del régimen sionista y obligado a este a rendirse ante la resistencia. Pero, al parecer, los países occidentales no solo han perdido la esperanza en la supervivencia de su pensamiento civilizatorio, sino que tampoco hacen esfuerzo alguno por salvar el prestigio que les queda.

Ya nadie confunde al régimen sionista con una “democracia occidental”; más bien lo considera el fruto oscuro de esa civilización decadente. Este régimen está destruyendo los fundamentos del pensamiento que durante décadas alimentó y sostuvo a la civilización occidental. Cuando se disipe el polvo y se revelen plenamente los frutos de esta resistencia, quedará claro que los últimos movimientos del régimen sionista no podrán salvarlo, y una nueva concepción —basada en la dignidad humana— será la que dirija el mundo, allanando el camino para la desaparición definitiva de la injusticia.

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