¿Ha sido el modelo de la Hawza de Nayaf una escuela alejada de la política?

Hawza / Contrario a la creencia común, la escuela de Nayaf nunca ha estado alejada de la política; al contrario, ha desempeñado un papel fundamental en los acontecimientos políticos a lo largo de la historia. Desde su participación en el movimiento constitucionalista y las luchas anticoloniales, hasta la emisión de la fatua de yihad por parte del Ayatolá Sistani contra Daesh (ISIS), todo ello evidencia la profunda relación entre esta hawza y la política. Comparar Nayaf con Qom y esperar de ambas un comportamiento idéntico es erróneo, ya que los contextos y las condiciones político-sociales de ambos países son diferentes.

Según la Agencia de Noticias de la Hawza, la hawza de Nayaf, como uno de los centros científico-religiosos más importantes del mundo chiita, siempre ha desempeñado un papel activo en los acontecimientos políticos y sociales. A pesar de las restricciones históricas, desde la era constitucionalista hasta la lucha contra Daesh, ha mantenido un vínculo profundo con la política. En relación con ello, abordaremos una serie de preguntas y respuestas sobre este tema, que presentamos a ustedes, estimados lectores.

Pregunta:

Se dice que la escuela de Nayaf, cuya característica es mantenerse al margen de la política, hoy podría ser un modelo ejemplar para otras hawzas, cumpliendo sus deberes sin intervenir en el gobierno, y de ese modo, quedando libre de reproches por las deficiencias existentes.

Respuesta:

La idea de que la distancia con la política es una característica distintiva de la escuela de Nayaf es incorrecta. No se puede concebir ninguna hawza desvinculada de los asuntos políticos, y la hawza de Nayaf no es una excepción.

Por esta razón, al igual que muchas otras hawzas del mundo islámico, especialmente durante los últimos cien años, esta también ha influido en el entorno político islámico. Esto no significa que en Nayaf no existan corrientes poco inclinadas a participar en la política. Estas tendencias incluso existen en la hawza de Qom —cuna de la Revolución Islámica de Irán— bajo ciertas corrientes tradicionales. Sin embargo, incluso quienes sostienen estas posturas no niegan la relación entre religión y política; simplemente, por diversas razones, no consideran apropiado intervenir activamente en los asuntos políticos.

El marco doctrinal de la hawza de Nayaf, basado en principios fundamentales y teológicos, ha sostenido siempre la necesidad de la implicación de la religión en la política y, de hecho, ha intervenido en ella. Por ejemplo, en el movimiento constitucionalista de Irán, esta hawza desempeñó un papel crucial, especialmente de la mano del difunto Akhund Khurasani. Tal fue su compromiso, que cuando observó desviaciones en el movimiento constitucionalista, decidió trasladarse a Irán para supervisar personalmente la situación, aunque su repentina muerte impidió concretar ese plan.

Posteriormente, la hawza de Nayaf continuó influyendo en numerosos acontecimientos en Irán e Irak, como las luchas anticoloniales y la insurrección de 1920 del pueblo iraquí contra el colonialismo británico. La hawza desempeñó un papel destacado en este levantamiento, cuyos cimientos se establecieron ya en 1917 en la ciudad de Nayaf bajo el nombre de “Revolución de Nayaf”, y que con el tiempo se extendió por todo el país, culminando en la insurrección de 1920 liderada por el difunto Mirza Mohammad Taqi Shirazi, entonces cabeza de la hawza de Nayaf. Tras su fallecimiento, su camino fue continuado por el difunto Shariat Isfahani en la lucha contra el colonialismo.

En la era contemporánea, algunos han intentado atribuir a Nayaf la idea de una escuela que evita la política, identificándola erróneamente con una supuesta neutralidad. Pero la realidad es que no se puede acusar a toda la hawza de Nayaf de ser apolítica o de abstenerse de intervenir en cuestiones políticas. Si hubieran existido condiciones propicias para la acción política en Irak, sin duda el país habría experimentado un destino muy diferente al actual.

Durante el régimen baazista en Irak, debido a la opresión extrema, al igual que en la era de Reza Shah en Irán, la hawza carecía prácticamente de margen de maniobra. Incluso las mínimas expresiones de disidencia no eran toleradas por el régimen. Por ello, durante ese periodo fueron martirizados el Ayatolá Sayyed Mohammad Baqir al-Sadr y decenas de miembros de las familias Hakim, Sadr, Shahroudi, entre otras, incluyendo a destacados ulemas.

Este hecho demuestra, primero, que la hawza de Nayaf jamás fue apolítica, ni siquiera bajo el asfixiante régimen baazista. Segundo, que las presiones eran tales que imposibilitaban toda acción significativa. Si hubiera existido la más mínima oportunidad de actividad política, la hawza habría cumplido sus responsabilidades religiosas en relación con los asuntos político-sociales.

Un ejemplo de esto es la insurrección de Shaabaniyah durante el régimen baazista, liderada por el difunto Gran Ayatolá Abu al-Qasim al-Khoei. En ese levantamiento, el pueblo iraquí, bajo su guía, se alzó y logró controlar varias provincias. El ayatolá Khoei formó consejos para administrar estas regiones, lo cual —aunque fue finalmente reprimido por el régimen— demuestra que, cuando tuvo la posibilidad, ejerció de facto la wilayat (autoridad religiosa) en la práctica, en línea con sus convicciones sobre el papel del faqih (jurista islámico).

Tras su fallecimiento, la hawza de Nayaf contó con otros grandes marja' (autoridades religiosas), entre ellos el Ayatolá Sistani, quien, tras la caída del régimen baazista, se convirtió en la figura más influyente de Irak. Sus fatuas y orientaciones desempeñaron un papel determinante en la dirección político-social del país.

Su fatua de yihad fue el catalizador de una movilización popular contra Daesh y el origen de la creación de las fuerzas de movilización popular (Hashd al-Shaabi), cuyo papel fue crucial en la contención de la crisis del terrorismo.

El Ayatolá Sistani actúa como un verdadero líder político: recibe delegaciones diplomáticas de alto nivel y se pronuncia sobre los principales asuntos del país. Cada una de estas acciones representa el ejercicio de la autoridad religiosa que, según el pensamiento chiita, corresponde al jurista calificado cuando se presentan las condiciones necesarias.

Además, como sabemos, una parte del cuerpo docente de la hawza de Nayaf participa directamente en la vida política, ya sea fundando partidos o participando en elecciones legislativas, que eventualmente desembocan en la designación de responsables ejecutivos del país. Hasta ahora, el Ayatolá Sistani no se ha opuesto a estas actividades. De igual forma, otros marja' de Nayaf han adoptado posturas similares y se pronuncian con regularidad sobre los asuntos político-sociales, lo que refleja su convicción sobre la conexión entre religión y política, tanto en el plano teórico como práctico.

Considerar que la no intervención en el gobierno es un criterio para que Nayaf sea considerado un modelo ideal, demuestra una falta de comprensión del deber que la hawza y el clero tienen ante la formación de un gobierno religioso. ¿Acaso no tienen responsabilidad alguna si existen condiciones propicias y el apoyo popular? ¿Su deber se limita simplemente a acompañar al gobierno, sin importar su naturaleza? ¿En qué parte de las enseñanzas islámicas se encuentra fundamento para esta visión, y con qué criterios jurisprudenciales se justificaría que la hawza y el clero se abstengan de involucrarse, a pesar de la posibilidad real de establecer un gobierno basado en la religión?

En definitiva, comparar la hawza de Nayaf con la de Qom y asumir que sus contextos sociopolíticos son iguales, y que por ende deberían comportarse de la misma forma, es erróneo. La acción de la hawza de Nayaf ha estado condicionada por la ausencia de condiciones para establecer un gobierno islámico; por ello, ha procurado preservar la práctica religiosa en la medida de lo posible. Esta situación es radicalmente distinta a la de la hawza de Qom, donde, bajo el amparo de un sistema islámico, existen posibilidades para ejercer una influencia más directa. Desaprovechar estas condiciones sería desestimar los sacrificios históricos del clero por implementar la ley islámica.

Algunos promueven el modelo de Nayaf como ideal, argumentando que evita que los fracasos y deficiencias sean atribuidos a la religión o al clero, y que así se conserva la santidad del mismo. Este planteamiento ya ha sido respondido ampliamente, y aquí también lo hemos abordado.

Fuente: Centro de Estudios y Respuestas a Dudas (Hawzas Islámicas)

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