Agencia Hawzah | Hoy se conmemora el aniversario de uno de los mayores crímenes de Saddam: el martirio del genio de la época, el ayatolá Sayed Mohammad Baqir Sadr (que Dios tenga misericordia de él).
El mártir Sadr alcanzó el rango de iytihad (autoridad para emitir veredictos religiosos) incluso antes de llegar a la edad adulta. Recibió permisos de iytihad de varios de sus maestros cuando aún no cumplía los 14 años.
Esto no es algo extraño en la noble familia Sadr, pues una característica de este linaje bendito es que todos sus hombres, hasta su ancestro el Imam Musa ibn Jaafar (la paz sea con ambos), han sido eruditos destacados o grandes marja’es (autoridades religiosas).
El Imam Jamenei, quien es a su vez una de las mentes más brillantes del mundo islámico, dijo sobre el mártir Sadr:
"El difunto Sayed Sadr era, en el verdadero sentido de la palabra, un genio. En el ámbito del pensamiento islámico, la jurisprudencia, los fundamentos y otras disciplinas, tenemos muchas personas destacadas, pero los genios son extremadamente raros. Él fue uno de esos pocos que verdaderamente lo eran. Su mente y pensamiento iban más allá de lo que otros podían alcanzar..."
Su extraordinario talento y su incomparable perseverancia lo convirtieron en un erudito multidisciplinario y profundo. Su aguda visión y mente inquisitiva no se limitaron a los campos tradicionales de estudio en los seminarios, sino que abarcaron todo lo que un gran referente religioso debe investigar en el complejo mundo actual, dejando tras de sí ideas innovadoras, pensamientos originales y obras perdurables.
Menciono todo esto para llegar a las palabras del mártir Sayed Hassan Nasrallah, pronunciadas hace cinco años en el aniversario de este eminente marja’:
"Hay dos frases famosas del mártir Sadr. La primera fue dirigida a todos sus seguidores, e incluso a todos los creyentes: «Fúndanse en el Imam Jomeini, así como él se fundió en el Islam». Este llamado a fundirse en el Imam Jomeini (ra) significaba que debían disolverse en su liderazgo y autoridad, aceptando que él era el estandarte del Islam en esta época y que todos debíamos estar bajo su bandera. Y esto fue precisamente lo que el propio mártir Sadr hizo".
Por eso dijo su segunda frase: "Si el Imam Jomeini me ordenara establecerme en una aldea de Irán y servir al Islam desde allí, no dudaría ni un instante en obedecer. Sayed Jomeini ha logrado lo que yo intentaba alcanzar".
¿Quién pronunció estas palabras? ¿Acaso un simple estudiante de teología como yo? ¿O fue uno de los grandes marja’es?
Este hombre, que alcanzó la cima del conocimiento, el pensamiento, la comprensión, la jurisprudencia, los fundamentos, la filosofía, el análisis histórico, la perspicacia y el liderazgo, declaró: "Si el criterio del Imam Jomeini (ra), a cuya autoridad me he sometido, es que vaya a una aldea en Irán y sea su erudito o su imam, estoy dispuesto a hacerlo". Esto es testimonio de su pureza, sinceridad y devoción.
Un último punto:
Si hoy el gran ayatolá mártir Sayed Mohammad Baqir Sadr (que Dios esté complacido con él) estuviera vivo, proclamaría con voz clara:
"Fúndanse en el Imam Jamenei, así como él se fundió en el Islam".
"Y que la paz sea con él el día que nació, el día que muera y el día en que sea resucitado" (Corán, 19:15).
Abbas Babaei
Su comentario