Agencia de Noticias Hawzah – En un reciente discurso, este destacado sabio chiita subrayó que la adoración de Dama Zahra (La paz sea con ella) no se limitaba a actos rituales, sino que era una inmersión profunda en la grandeza del Todopoderoso. El Ayatollah Javadi Amoli afirmó:
“Fatima Zahra (La paz sea con ella) quedaba tan profundamente absorta en la magnificencia y majestad de Dios durante sus oraciones, que hasta sus respiraciones eran contadas. Todo su ser quedaba sobrecogido por el temor reverente ante lo Divino”.
Según el Ayatollah, este estado de éxtasis espiritual y temor de Dios reflejaba un nivel de sinceridad inalcanzable para la capacidad humana ordinaria.
“Los sutiles movimientos durante su oración no eran producto de distracción, sino resultado de la intensa reverencia y humildad que sentía ante Dios”.
Una luz para los ángeles
El Gran Ayatollah también citó una narración del Santo Profeta (La paz sea con él) que ilustra aún más el elevado rango espiritual de su hija. Según esta narración:
“Cuando Fatima (La paz sea con ella) se pone de pie en su mihrab, brilla como una estrella radiante ante los ángeles en los cielos. Y Dios dice a Sus ángeles: ‘¡Oh Mis ángeles! Observad a Mi mejor sierva, Fatima. Se encuentra ante Mí con todo su ser estremeciéndose de temor hacia Mí, y su corazón plenamente presente en Mi adoración’”.
(Bihar al-Anwar, vol. 43, p. 172)
El Ayatollah Javadi Amoli señaló que esta narración no es meramente simbólica, sino que representa la verdadera estación espiritual de Dama Zahra (La paz sea con ella), cuyas oraciones elevaban incluso la atmósfera de los cielos.
La cúspide de la servidumbre
Desde la perspectiva de la espiritualidad islámica, Dama Fatima Zahra (La paz sea con ella) encarna el modelo perfecto de servidumbre a Dios. Su adoración integraba sumisión absoluta, sinceridad plena y total presencia del corazón: cualidades que han establecido el estándar para todos los buscadores del camino divino.
El Ayatollah explicó que sus prácticas devocionales eran inseparables de su carácter, su conocimiento y su excelencia moral:
“Fatima (La paz sea con ella) no solo fue la manifestación de la pureza y el conocimiento, sino también la manifestación de la servidumbre absoluta. Su adoración era un mapa de cómo la humanidad puede elevarse desde la limitación hacia la proximidad divina”.
Un modelo eterno para la humanidad
Los sabios describen a Dama Zahra (La paz sea con ella) como el modelo eterno de perfección humana —un ejemplo para mujeres y hombres por igual—. Su elevación espiritual se reconoce no solo en su adoración personal, sino también en su papel como hija del Profeta (La paz sea con él), esposa de Imam Ali (La paz sea con él) y madre de los Imames Hassan y Hussein (La paz sea con ellos).
Su vida, descrita en obras como “Fátima, el modelo de la humanidad”, demuestra que la verdadera grandeza proviene de la pureza de intención, la firmeza en la fe y la cercanía a Dios.
Conclusión
Las reflexiones del Gran Ayatollah Javadi Amoli recuerdan al mundo musulmán que la adoración de Dama Fatima Zahra (La paz sea con ella) no es simplemente un relato histórico, sino un legado espiritual vivo. Sus oraciones luminosas, su temblor ante su Creador y su presencia radiante en los cielos se erigen como una poderosa y eterna guía para todos los que buscan el sendero de Dios.
Su comentario