Según informa la Agencia de Noticias Hawzah, pregunta: Mi hermano mayor comete pecados graves. Incluso se atreve a golpear a mi padre, que ya es un hombre anciano. No podemos entender cómo ha llegado a ser así, especialmente porque somos una familia religiosa y nadie más entre nosotros se comporta como él. [¿Qué debemos hacer?]
Respuesta:
Existen varias razones detrás de un comportamiento así, siendo la más importante la negligencia en la educación de este hermano durante la infancia —es decir, no haberlo supervisado adecuadamente cuando salía o cuando comenzó a relacionarse con malas compañías.
Algunas familias pueden ser excusadas debido a las dificultades de la vida diaria, a un bajo nivel educativo o de conciencia de los padres, o incluso por la ausencia del cabeza de familia —por ejemplo, si el padre está encarcelado. El resultado de tales circunstancias suele ser una desviación moral o de conducta seria en alguno de los miembros de la familia.
Cuando esta desviación se arraiga profundamente en una persona, el simple consejo suele tener poco efecto. De hecho, una de las consecuencias de una corrupción tan profunda es que el individuo se vuelve duro y resistente frente a quienes intentan aconsejarle.
Sin embargo, perder la esperanza de reformar a una persona así no es permisible. Deben continuar aconsejándolo con suavidad y amabilidad. Intenten también alejarlo de las malas compañías presentándole amigos piadosos y ocupándolo en actividades lícitas y saludables. Los desafíos que implica este esfuerzo son mucho menores que las dificultades que surgirán si se le deja continuar por el camino del pecado.
Fuente: “Por un futuro mejor” de Hussain Ansariyan
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