miércoles 24 septiembre 2025 - 22:00
El mayor pecado según las narraciones de los Inmaculados (P)

Hawzah / La desesperanza y la pérdida de fe en la misericordia de Dios constituyen el mayor pecado. Los pecados humanos se dividen en mayores y menores, y entre los pecados mayores, el más grave es precisamente la desesperanza, pues impide al creyente beneficiarse de la gracia divina. Los relatos muestran que incluso quien haya cometido un pecado enorme, si no pierde la esperanza en la misericordia de Dios, tiene posibilidades de ser perdonado. El más peligroso de los descensos espirituales es precisamente la desesperación.

Según informó la Agencia de Noticias Hawzah, el maestro Qarati, en una de sus conferencias, abordó este tema y lo presentó a los estudiosos.

La idea de pensar: «He pecado y ya no sirvo para nada» es totalmente errónea»

El Sagrado Corán advierte con claridad y en el versículo «No desesperéis de la misericordia de Dios» subraya esta realidad: la desesperanza de la misericordia divina es el mayor daño para el ser humano.

En este versículo y en otras expresiones religiosas se señala que tres grupos de personas caen en la desesperanza, mientras que la misericordia divina es amplia y abarca a todos.

Si alguien no comete pecados mayores y permanece en el camino de la obediencia, estará entre los amigos de Dios y será objeto de Su favor.

Debe recordarse, sin embargo, que los pecados se dividen en «mayores» y «menores», y de acuerdo con la opinión de todos los sabios y las narraciones auténticas, el primero y mayor de los pecados capitales es precisamente la desesperanza de la misericordia de Dios.

Es decir, ese pensamiento en el que el hombre se dice a sí mismo: «Ya no sirvo para nada.» Este tipo de desesperanza es sumamente peligrosa y en los textos religiosos se la considera incluso más grave que muchos otros pecados.

Se narra que un hombre, aferrado al velo de la Kaaba, lloraba pidiendo perdón a Dios. En medio de su súplica, dijo: «Sé que no seré perdonado.» Le preguntaron: «¿Por qué dices eso? ¿Quién eres y qué has hecho?»

Él respondió: «Soy aquel que recibió dinero de Yazid, fue a Karbalá y delató al tío del Imam Hussein, participando así en aquel crimen atroz.»

Entonces se le dijo: «Tu pecado de desesperar de la misericordia de Dios es mayor que tu participación en Karbalá y en ese crimen.»

Este relato muestra claramente que ningún pecado –ni siquiera el más grande– justifica perder la esperanza en la misericordia divina. Lo más peligroso de todo es caer en la trampa de la desesperanza.

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